Las dos elegidas como aspirantes de
los principales partidos políticos a lograr la presidencia de México en las
elecciones de junio de 2024 exhiben propuestas claramente opuestas en algunos
aspectos.
Se trata por un lado de la hasta
hace poco jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien será
la candidata del bloque oficialista de Morena, Partido del Trabajo y Partido
Verde; y es considerada favorita del actual presidente a sucederla.
Por otro, la senadora Xóchitl
Gálvez, hasta hace poco prácticamente una desconocida que logró contra todo
pronóstico el apoyo de los partidos que conforman la coalición Frente Amplio
por México –formada por los partidos tradicionales PAN, PRI y PRD– tras cinco
años de una oposición casi inexistente y fragmentada.
“Su reto es llegarle a un público
que rechaza visceralmente a los partidos de oposición y convencerles de que es
diferente. Y por otro lado, debe seguir trabajando para aglutinar y resultarle
atractiva a grupos muy diversos de la sociedad que a veces están hasta
enfrentados entre sí: empresariado, pueblos indígenas, mujeres, personas de
perfil tradicional, jóvenes progresistas…”, añade el experto.
También hay gran expectativa por
ver cuáles serán sus posturas respecto a las políticas de género en un país
donde hay diez feminicidios al día y donde las últimas iniciativas no lograron
erradicar la violencia contra las mujeres que desangra a México.
“Aunque Sheinbaum –que es la que
hemos visto hasta hace poco en un puesto de gobierno– no abandera una política
abiertamente feminista, sí ha habido avances importantes en la capital y, más
allá de discursos, es lo importante”, afirma Tapia.
“En este sentido, la competencia
entre dos mujeres por la presidencia supone un mensaje muy poderoso, sobre todo
para las nuevas generaciones. De eso no hay duda”, concluye.