La celebración del
Día de difuntos se diferencia en ciudades de la Sierra y Costa, en Imbabura,
Cotopaxi, Tungurahua, Pichincha, entre otras provincias de la Sierra, las
comunidades indígenas acostumbran llevar alimentos como granos que producen la
tierra, papas, cuyes y la tradicional chicha, a los cementerios. Los indígenas
visitan el campo santo y comparten en las tumbas de los difuntos los alimentos
que llevan. Este rito se sustenta en la creencia de que la muerte es un mero
paso a otra vida similar a esta y que el difunto vuelve cada año.
Por otro lado, los
habitantes de sectores rurales visitan los cementerios por las noches y
permanecen en vigilia con cánticos y oraciones.
En los hogares se
prepara la tradicional colada morada acompañada de guaguas de pan y empanadas
de viento que permite a las familias reunirse en sus hogares y recordar a
quienes han partido.
En los últimos
años, en las zonas rurales y también en las urbanas, los difuntos reciben
serenatas entonadas por mariachis y guitarreros, quienes cantan los temas
preferidos del difunto. Además, las tumbas son cubiertas con flores y velas que
se mantienen encendidas durante todo el día.