Surgen preguntas sobre la seguridad de nuestros datos cuando los confiamos a programas inteligentes que podrían ser vulnerables a hackeos. También nos cuestionamos hasta qué punto podemos controlar la inteligencia artificial, o si, por el contrario, podría llegar a controlarnos y dominarnos. Recientemente, Facebook enfrentó un incidente alarmante cuando tuvo que desconectar una de sus inteligencias artificiales debido a que había desarrollado un lenguaje propio no reconocido por sus creadores.
Los expertos señalan que la inteligencia artificial presenta ventajas como la automatización de procesos, la reducción de errores humanos, el impulso a la creatividad, la precisión en los resultados y la agilización en la toma de decisiones. Sin embargo, también tiene desventajas, como la dificultad para acceder a datos actualizados y confiables, la escasez de profesionales calificados para realizar ajustes y actualizaciones, y el alto costo de producción que requiere grandes equipos de programadores.
Aunque la inteligencia artificial ofrece oportunidades significativas, especialmente en áreas como la educación, la profesión y la productividad, las amenazas potenciales son preocupantes. La combinación de algoritmos destinados a crear máquinas con capacidades similares a las humanas podría generar consecuencias adversas, incluso poner en peligro la existencia de la humanidad a largo plazo.
Las Naciones Unidas y los líderes de la industria tecnológica están alerta y buscan regular la inteligencia artificial. Según Yuval Harari, existe el riesgo de que la inteligencia artificial pueda absorber y transformar rápidamente toda la cultura humana, generando una avalancha de nuevos artefactos culturales que podrían tener implicaciones significativas en la sociedad.
En resumen, la inteligencia artificial no es neutral; representa un poder que debe ser guiado por principios éticos, tratados internacionales y no solo por intereses del mercado.